(4 de agosto, 2014).- José María Cirilo Ramos Tenorio fue condenado a 77 años de prisión “por un crimen que no cometió”. “Don Pepe”, como le decían sus más allegados, nació un 7 de julio de 1948. De una familia numerosa, José fue el único hombre entre seis hermanas. A pesar de no ser el mayor, José pronto pasó a ser “como el jefe de familia” cuando sólo contaba con 17 años, justo cuando falleció su padre; así lo recuerda Isabel Ramos, una de sus hermanas.
Desde pequeño, “Don Pepe” trabajó en un taller mecánico. A pesar de que tuvo que asumir la responsabilidad de su familia, José no dejaba de jugar y procurar a sus hermanas: “Pepe me metía en una llanta, de esas que están abandonadas y me echaba por la calle donde vivíamos… eran tiempos muy felices”, recuerda Isabel.
Un día la madre de Don Pepe se enfermó, para operarla tuvieron que vender su hogar en Amecameca, Estado de México, y viajar al Distrito Federal. Poco después, Pepe entró a trabajar de bodeguero en una zapatería. Cuando era su hora de comida, iba a su casa, comía caldo de pollo con pedazos de tortilla y lo compartía con todas sus hermanas.
En aquellos años, José salía de trabajar entre siete y ocho de la noche, pasaba a ver a su novia y regresaba a casa entre 10 u 11 de la noche “y a esa hora nos levantaba para jugar con él. A veces jugábamos fútbol a las dos de la mañana. Era lo más increíble que nos podía pasar. Pepe era todo, nuestro pilar, nos daba seguridad, nos cuidaba y nos amaba”.
Isabel Ramos recuerda que cuando Pepe formó su propia familia, las oportunidades de convivir con el hermano que tanto las había cuidado y protegido se hicieron menos, por lo que cada fecha festiva era una oportunidad para convivir alrededor de la mesa: cenas de navidad, cumpleaños y cualquier fecha “eran buen pretexto para dejar de añorar por unas horas la convivencia a la hora de la comida con Pepe”.
José Ramos, también fue apodado como “Kempes”, por su parecido con el jugador argentino campeón del mundo en 1978, Mario Alberto Kempes. Este último apodo terminaría por convertirse en un sobrenombre que marcaría su vida. José tenía dos trabajos: técnico de maquinaria pesada en CONAGUA (Comisión Nacional del Agua) y manejaba un taxi.
El 13 de agosto de 2002, Pepe fue detenido a la salida de su trabajo en CONAGUA. Lo interceptaron dos camionetas, lo bajaron, lo pusieron boca abajo, y a base de forcejeo e insultos no lo dejaron reincorporarse. Eran agentes de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Tlaxcala (PGJET), quienes -con una orden de presentación y no de aprehensión-, detuvieron a Don Pepe. La orden de presentación (oficio número 697/2002, en vigor desde el 27 de julio de 2002 y vigente hasta 15 días naturales a partir de su expedición) con la que se llevaron a José estaba fuera del término legal, pues tenía como fecha de término el día 10 de agosto de 2002; es decir, tres días antes de la detención.
Al mismo tiempo que a Don Pepe lo detenían, Sergio Rodríguez Rosas, Hugo Rodríguez Salvatierra, Osvaldo Rodríguez Salvatierra, Jorge Hernández Mora y Mario Ricardo Almanza Cerriteño eran detenidos en distintos lugares del Distrito Federal y del Estado de México.
Don Pepe y el resto de los detenidos fueron trasladados a Tlaxcala y presentados ante medios de comunicación como responsables de los secuestros de Irma Rugerio y Rafael Armas, hechos ocurridos en el estado de Tlaxcala en el año 2001. Por aquellos años, Tlaxcala sufría una oleada de secuestros. De 1999 a 2001, según datos de la PGJET, se cometieron 12 secuestros, todos ellos, vinculados con familiares de empresarios en esa entidad. En octubre de 2001, familiares de los secuestrados en ese estado denunciaron públicamente la existencia de complicidad entre delincuentes que se dedican a ese ilícito y autoridades policiacas y judiciales de ese estado, resonando el nombre de Eduardo Medel Quiroz, en ese momento, procurador de Justicia de esa entidad.
Don Pepe, “después de ser detenido de forma ilegal y arbitraria, ser torturado y sin ser procesado, fue presentando como jefe de una banda de secuestradores llamada “Los Kempes”, donde figuraban los nombres de los otros cinco detenidos. De esa banda de secuestradores “Los Kempes” no había ningún registro previo.
Para aquel momento, “ninguno de los detenidos, había puesto un pie en Tlaxcala en su vida”. A pesar de que en su expediente constan más de 400 pruebas que acreditan su inocencia, Don Pepe, Sergio, Osvaldo, Jorge y Ricardo fueron sentenciados a 77 años de prisión.
Su hermana Isabel recuerda que vieron a Pepe un día después de su detención: “Entramos a una sala donde había tres o cuatro mesas circulares y rodeadas de gente de la AFI (Agencia Federal de Investigación, ya desaparecida):
– ¿Qué pasó Pepe?
– No se de qué nos acusan. Nos golpearon. Me dijeron que violaron a mi esposa y a mi hija y que las tienen detenidas…
– Eso no es cierto, ellas están bien.
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