Qué respuesta más insípida, por decir lo menos. El 26 de septiembre de 2014, cuando los estudiantes normalistas eran asesinados y secuestrados, había miembros del Ejército mexicano, policías federales y estatales, se cree que agentes de inteligencia y además de los municipales, elementos del crimen organizado. Todos, en apenas unos dos o tres kilómetros cuadrados. Si alguien hubiera llamado en ese momento al 911 (es decir: uno de los muchachos), ¿cuál de estas fuerzas, que formalmente cohabitan en México, habría aparecido? Pues la que apareció, y no otra: la fuerza impune y todopoderosa, la que mueve los hilos en amplias extensiones del país: la fuerza criminal.
¿Un 911? Prrr. Qué broma. Servirá para darle más detalles a los criminales sobre su propia crónica del horror. Ellos están en los celulares, en las redes sociales, en la radio de la policía. Son los más enterados. ¿911? Carajo.
¿Y por qué ese 911? Porque el Presidente y sus asesores ya están en la etapa en la que –lo hemos visto antes–, a fuerza de tanto error, “necesitan” mostrar en público que “escuchan” a “la sociedad civil”; necesitan “darle respuesta” a esa “sociedad civil”… como lo hizo Felipe Calderón.
Y esa “sociedad civil” a la que escuchan es bien conocida. Es María Elena Morera, cercanísima de Genaro García Luna y que ahora “premia” el “buen desempeño” de gobernadores del PRI, como Rubén Moreira. Es Alejandro Martí, ajonjolí de todas las cumbres de “especialistas” que validaron la estrategia panista que llevó a un genocidio en el sexenio pasado. Se les sumará, adivino, Rosy Orozco, que condecora lo mismo a Eruviel Ávila que a Javier Duarte. Y si la aceptan –sigo adivinando–, la señora Isabel Miranda de Wallace está próxima a aparecer en público de la mano de los funcionarios peñistas con el mismo encanto (que algunos llaman “descaro”) con el que comía de la mano de Calderón.
¿911? Pfff. ¿Sociedad civil? Caray.
Ese 911 es congruente con el sexenio de los números y la impunidad.
8,000 millones, los contratos para filiales de Grupo Higa en Edomex.
86 millones, el valor de la “casa blanca”.
57,889, los muertos en 20 meses de gobierno peñista (fuente: semanario Zeta).
22,322, los desaparecidos en México oficialmente.
266, los compromisos firmados por Peña Nieto ante Notario.
90, los periodistas asesinados del 2000 a la fecha.
49, los niños asesinados en la Guardería ABC. Peña Nieto ofreció a los padres, en campaña, traer justicia.
43, los normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero.
22, los civiles ejecutados por militares en Tlatlaya (la CNDH reconoce 15).
13, los compromisos de Peña Nieto firmados y cumplidos hasta hoy (fuente: reportaje de hoy en SinEmbargo).
10, los compromisos… para responder a cada crisis de legitimidad.
Y etcétera, que en este caso significa: lo que se acumule, lo que no sabemos y/o lo que se nos viene encima.
¿911? Carajo. ¿Y por qué no un 1800-ATOLECONELFINGER?
911 ASTERISCO
“Sí hay un acuerdo de no madrear a Mancera”, me dijo un priista de buen nivel, uno que se entiende con los que deciden. Y me lo dijo a partir de una respuesta que iba a darle al equipo mancerista. Lo pararon. Le dijeron que “la instrucción es no madrearlo”. Así me lo contó.
Está ese dato. Y están los hechos y de todos los hechos, tres: la lluvia de aportaciones federales a su gobierno, el “apoyo” mutuo para madrear manifestantes y la cantidad inédita de fotos del Jefe de Gobierno del Distrito Federal y del Presidente juntos. Puse “Mancera, Peña” en Cuartoscuro, agencia fotográfica que dirige el admirado (por mí y por muchos) Pedro Valtierra, y me aparecieron 12 páginas y un total de 144 fotos. Mancera y Peña con Jesús Murillo Karam; Mancera y Peña con el gabinete federal. Mancera y Peña en foros, encuentros, conferencias, todo. Mancera con los gobernadores del PRI. Mancera y el PRI.
La amistad entre ambos no tiene altas y bajas. Tiene altas, nada más. Tendrán algunas diferencias pero, a estas alturas, son uno mismo. Van juntos. Y juntos es juntos en todo: la crisis de Mancera sólo se ha visto oscurecida por la tragedia mayor del gobierno de Peña Nieto. Los índices de popularidad de ambos están por los suelos. Juntos es juntos.
Un amigo me recordaba la máxima de Ronald Reagan que, en estos tiempos, se aplica para ambos. Dicen que, como un reloj detenido, siempre desatinan en la hora pero dos veces al día, llueva o truene, están en lo correcto.
911 y un asterisco (*), por favor, para ir a dos líneas dedicadas: una que atienda la emergencia de Peña, y otra la de Mancera.
DOS VECES 911
La debilidad de un Presidente, un Gobernador o un Alcalde adelanta siempre tiempos. Es el caso de Mancera. Algunos de los que se llaman a sí mismos “su equipo compacto” están desde algunos meses moviéndose y detrás de ellos, ciertos grupos; y no exclusivamente perredistas. Grupos de intelectuales, por citar, sueñan con tener a su propio Jefe de Gobierno tomando como ejemplo al mismo Mancera, que pudo alcanzar tan alta distinción sin tener partido. Y está el Secretario de Gobierno, Héctor Serrano, ese individuo tenebroso que controla ambulantes, policías, diputados, funcionarios; controla las prisiones, oficinas de todos los niveles de gobierno (delegaciones incluidas), la Asamblea y parte del PRD.
Serrano ha invalidado ante su jefe todas las críticas con una frase que Mancera le cree ciegamente. Le dice que lo “sabotean” y los ataques “vienen de Marcelo Ebrard”.
El tema es que, a la vez que otros aprovechan el vacío, Mancera cree que puede competir para Presidente en 2018. Algunos cerca de él así lo han confiado. Así se dice desde el 1 de diciembre de 2012 y esa aspiración no ha cambiado desde entonces, a pesar de los resultados.
Sin embargo, en pos de esa candidatura, el Jefe de Gobierno no tiene más opción que aceptar las condiciones que le impondrán el PRI –al que sirve– y “Los Chuchos”, a quienes él mismo encumbró.
La condición única e inalterable del PRD chuchista es que “el próximo Gobierno del Distrito Federal sea de ellos”. A cambio lo dejarán hacer el ridículo (digo, tomando en cuenta que en el DF su popularidad es un fiasco y a nivel nacional no pinta). Y ellos creen que se irán “por la segura”: la Ciudad de México.
Carlos Navarrete sueña con dirigir la ciudad. Trata de inyectar sangre al cadáver que es el PRD, mientras sueña cómo acomodarse los ases en la carta. “Los Chuchos” sienten que les toca y si uno ve el PRD puede decir eso: que le toca. O, díganme ustedes, ¿quién más que un “chucho” para una candidatura tan poco digna? Mancera entregó la capital a Los Pinos; no batallará en dársela al PRI o a “Los Chuchos”, que volverán el gobierno de la Ciudad de México una fábrica de favores, si es que ganan (que cada vez se ve más difícil).
Se sentarán “con quien sea necesario”, como dijo Navarrete apenas llegó.
Antes necesitarán, por supuesto, marcar dos veces 911. Algunos creen que llegará una ambulancia por el PRD. Otros, los servicios funerarios.
***
El país sí necesita un 911. Pero no ese número o el servicio que, en teoría, ofrecería ese número. México está en una emergencia y desde hace años necesita un 911.
Después de la respuesta de Peña Nieto la semana pasada, asumo que el gobierno no está enterado de la emergencia nacional y los partidos, en knockout técnico desde hace rato, no ofrecerán respuestas.
Muchos pensaron que el Presidente haría movimientos importantes; que esta crisis lo haría brincar de su silla y dar respuestas (“casa blanca”), ofrecer disculpas (Tlatlaya, Ayotzinapa, “casa blanca”, la economía…) y mover no a México (ya sabrá que mover a México no es asunto de un slogan) sino al gabinete. El país vive una emergencia y la respuesta fue 911.
¿911? Carajo.
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