El crimen organizado en México se fortaleció mientras el Estado se debilitaba desde el año 2000, cuando Vicente Fox llegó al poder y desmanteló los controles autoritarios sin reemplazarlos por controles democráticos, aseguró el profesor de la Universidad de Columbia, Edgardo Buscaglia.
Posteriormente, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto le darían seguimiento a este proceso. “Todos los países tienen delincuencia, pero ante un Estado fuerte y con control no desafían al Estado de igual a igual, no les es posible tener controlada a la policía como un insumo, como ocurre en México, donde el Estado es subastado segmento por segmento”, explicó.
A su decir, no se puede afirmar en qué sexenio hubo estrategias que funcionaran, pues los indicadores han demostrado que los delitos en el país han seguido al alza.
Un factor que le suma gravedad al asunto, agregó Buscaglia en entrevista para El Universal, es la fragmentación de los mercados criminales y que la delincuencia organizada no divida los territorios —como lo hace la mafia italiana—, pues los niveles de corrupción del gobierno son altos y el Estado se encuentra debilitado.
“El Estado sigue siendo débil con Felipe Calderón, con Enrique Peña y al ser débil, la corrupción política sigue siendo alta, y eso da incentivos para que grupos políticos se asocien a diferentes grupos criminales”, aseguró.
De esta manera, cada pieza política del juego se vende al mejor postor, mientras el crimen organizado “conquista” instituciones del Estado y las utiliza como herramientas para su expansión.
Un claro ejemplo de lo que expresó Buscaglia sería el caso de José Luis Abarca, exalcalde de Iguala, Guerrero, quien se encuentra detenido al ser señalado como el responsable intelectual de la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa.
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