Para bajar en una estación de metro en Ciudad de México no se lee, se mira. La capital de este gigante norteamericano decidió hace 47 años que la línea de suburbano que iba a llevar de acá para allá a los 20 millones de habitantes de la metrópoli estaría escrita en iconos. Cada parada, el suyo. Un método no casual para un país que en esa época marcaba en sus estadísticas más de un 25% de analfabetismo. También, una idea que ha hecho del tren subterráneo de esta urbe un fenómeno único en el mundo en cuestión de diseño.
Al otro lado del teléfono, desde Nueva York, responde al auricular un octogenario de voz agrietada al que se le relaja el tono cuando se le recuerdan aquellos dibujos. “Sí, yo soy Lance Wyman”, se presenta el creador de la ilustre iconografía del Metro mexicano.
En 1967 el Gobierno del Distrito Federal llamó al norteamericano para hacerle ese encargo especial bajo la coordinación del arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez (y la asistencia de los arquitectos Arturo Quiñonez y Francisco Gallardo). Los chilangos se habían quedado satisfechos con las ideas pictóricas de Wyman después de haber creado el símbolo que representó las olimpiadas de 1968, y ahora iban a probar sus habilidades para dejar bien claro, y sin palabras, por dónde se moverían las líneas 1, 2 y 3 del subterráneo.
“Al diseñar los gráficos para los Juegos Olímpicos de México 68 me di cuenta de que los iconos comunicaban con efectividad a un público internacional», cuenta el anciano diseñador. «Cuando utilizábamos palabras teníamos que utilizar tres idiomas: español, francés e inglés. En muchas áreas, en las taquillas de venta de entradas, por ejemplo, solo utilizamos iconos para casi la totalidad de la información necesaria y funcionó. Eso tenía que pasar en el Metro”.
Empezó por la M anaranjada que marca la identidad del suburbano. Un trabajo que casi medio siglo después aún levanta pasiones entre los ilustracdores actuales de primera línea como Alejandro Magallanes. «En ese símbolo lo mismo puedes ver la M, que las vías, que el vagón; es muy fuerte», dice con admiración el creador defeño sobre esos iconos con los que ha crecido. «Wyman y su equipo consiguieron que fuera un símbolo que no era equívoco, pero tampoco unívoco. Se trata de un alfabeto inventado y muy bien hecho».
– ¿Cómo fue su proceso creación, señor Wyman? ¿En qué se inspiraba? En definitiva, ¿qué hay que hacer antes de imaginar todos esos iconos?
-Durante la construcción del Metro trabajé directamente con ICA e ISTME, las empresas que diseñaron, construyeron y pusieron en marcha el Metro. Había muchos empleados de todas partes de Ciudad de México. Gran parte de la información necesaria para comprender y diseñar los iconos de la estación vinieron directamente de esas personas que vivían en las zonas donde estaban las estaciones. El resto provino de la historia o funciones conocidas comúnmente de una zona con parada.
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