En el cementerio municipal de García, Nuevo León, hay una cruz de madera color azul cielo que no tiene nombre.
Esa cruz marca el lugar donde fueron enterrados los restos de una mujer que la Procuraduría del estado entregó a la familia González Solís asegurándole que se trata de su hija Brenda Damaris, desaparecida el 31 de julio del 2011 en Santa Catarina, Nuevo León, por tránsitos municipales.
Juana Solís, madre de Brenda, nunca creyó ni sintió que esos 116 fragmentos de huesos ahí enterrados fueran de su hija. Por eso no le puso nombre a la cruz. Por eso los enterró en el panteón y no en el terreno familiar, junto a sus muertos.
El 10 de septiembre del 2014, los restos se exhumaron para ser sometidos a una nueva prueba genética, independiente.
Ésta es la primera vez en el marco de las desapariciones de personas en México, que un cuerpo entregado por las autoridades es exhumado por un grupo de familiares, peritos independientes y activistas para confrontar el trabajo realizado por la Procuraduría y conocer una parte de la verdad sobre el paradero de la víctima. Y sobre la responsabilidad de las autoridades.
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El 31 de julio del 2011, Brenda Damaris, a punto de cumplir 26 años, iba en un automóvilacompañada por un amigo cuando tuvieron un percance en el automóvil. Ella llamó por teléfono a su familia y durante la llamada le dijo que estaba llegando una patrulla de tránsito municipal a atender el percance y cortó la llamada.
Tony, hermano de Damaris, recuerda hoy que esa llamada fue la última noticia que tuvieron de ella. En el cementerio de Santo Cristo, como también se le llama al municipal, señala que el automóvil donde se accidentó su hermana fue encontrado fuera de la cinta asfáltica y extrañamente, con impactos de bala.
“Hubo dos tránsitos de los que fueron al lugar que están identificados pero no han sido detenidos. No sabemos si los están protegiendo o si están escondiendo algo, pero si saben quiénes son ¿por qué la autoridad no los detiene?”, relata.
Desde entonces, esta familia buscó a Damaris, madre de un niño de 4 años. En la búsqueda,acudieron a la procuraduría, realizaron protestas públicas y, en alguna ocasión, policías municipales los acusaron de portar “narco mantas”, cuando desplegaron en Santa Catarina una con la fotografía de la joven.
Un año y 3 meses después de la desaparición de su hermana, en octubre del 2012, la familia recibió una llamada de una organización de derechos humanos para informarles que la Procuraduría había dado con el cuerpo de Damaris. De pronto la habían encontrado.
“Querían callarnos, por la presión que les estábamos metiendo”, dice Tony.
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Después de recibir el cuerpo, la familia pudo acceder al expediente y las irregularidades ahí evidenciadas fortalecieron la duda de que los restos fueran de Damaris: En el dictamen, la Procuraduría señala que en 2011 se encontraron dos cuerpos en una fosa, de un hombre y una mujer, con un tiempo estimado de muerte de 4 a 6 meses para el primero y 10 a 12 meses para el segundo. Esto significa que la mujer de la fosa habría muerto siete meses antes de la desaparición de Brenda Damaris.
El Semefo no pudo determinar la causa de muerte, argumentando que el estado de los restos no lo permitían. En el acta de defunción entregada a la familia se señaló que la víctima “murió en su domicilio”.
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