(26 de junio, 2014).- Calles sin pavimentar, avenidas sin alumbrado público, colonias populares adornadas por la basura, lugares por donde no pasan patrullas ni policías, así es este municipio mexiquense que se niega a reconocer la existencia de asesinatos de mujeres por razones de género.
Ecatepec también es la localidad natal del actual gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas, quien igual que su predecesor, Enrique Peña Nieto, rechaza que haya violencia feminicida en la entidad y se niega a reunirse con familiares de las víctimas del feminicidio que de 2005 hasta el primer semestre de este año ha cobrado la vida de más de mil 500 mujeres, según cifras de organizaciones civiles.
El municipio más poblado del país con un millón 656 mil 107 habitantes, según el Censo 2010, está cercado por montes y cerros, mientras que las habitantes víctimas de violencia de género se sienten acorraladas por la inacción de las autoridades que las alejan de la justicia y el desarrollo.
Así lo evidencian las historias de familiares de víctimas de feminicidio y desaparición que se pueden escuchar al recorrer las calles polvorientas del municipio.
La nula actuación de las autoridades para garantizar la seguridad está latente en los múltiples cruceros y paraderos sin alumbrado público que son utilizados como “tiradero” de cuerpos de mujeres o como sitio para “levantones” (secuestros) de jóvenes mexiquenses.
Como parte de la campaña Alerta Ciudadana de Violencia de Género –que el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) puso en marcha en mayo pasado–, familiares de víctimas de feminicidio y desaparición, activistas y defensores de Derechos Humanos (DH) recorrieron hoy las calles y avenidas de Ecatepec para señalar a los tres niveles de gobierno los lugares donde han perdido la vida desde 2010 al menos 110 mujeres ecatepenses ante el silencio cómplice de las autoridades.
Antes de las 10 de la mañana, defensoras llegaron con cruces rosas de madera –símbolo del feminicidio adoptado en Ciudad Juárez, Chihuahua– a la explanada de la cabecera municipal en San Cristóbal.
Ahí estaban, entre otras, Irinea Buendía Cortes, madre de Mariana Lima Buendía, asesinada en 2010 por un policía judicial, y María Antonia Márquez, mamá de Nadia Muciño, ultimada en 2004 por su pareja.
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