Ciudad de México, 5 de julio (SinEmbargo).– “Por favor, si alguien que no tiene que venir aquí y está, que diga su nombre. Sabemos que viene gente del gobierno, no pasa nada, pero que se identifiquen. Hay que tener mucho cuidado, porque hay criminales que se pueden sentir molestos con esto que estamos haciendo. Por favor digan su nombre y anótense en esta lista”, dijo Rodolfo Domínguez, director de la organización Justicia, Derechos Humanos y Género y colaborador del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, a un grupo de madres de mujeres asesinadas y desaparecidas en Ecatepec, Estado de México, que viajaban a bordo de un autobús que recorrería los lugares emblemáticos donde se cometieron crímenes en contra de una mujer.
Esto sucedió la semana pasada, cuando varios familiares de víctimas de feminicidio arrancaron una campaña de protesta en el Estado de México, para recordarle al Gobernador priista Eruviel Ávila Villegas, que las muertas de ese estado, sí importan.
Abordaron el autobús una mujer y dos hombres ajenos al movimiento, uno de ellos portaba una gorra que nunca se quitó. Estaban ahí, en silencio, en el anonimato. En un transporte repleto de víctimas, activistas y periodistas.
Pero no pasaron desapercibidos, algunas madres que protestaban los reconocieron y avisaron a los organizadores que tres personas del Ayuntamiento de Ecatepec iban a bordo sin identificarse. En una parte del recorrido, en la plaza del Pueblo de Santa María Chiconautla, llegaron varias unidades de la policía municipal y se plantaron frente a las manifestantes. El de la gorra habló con uno de ellos y se retiró del lugar.
“Sin duda había estas personas sospechosas, al final en el camión íbamos del Observatorio, periodistas, familiares, muchos familiares, al final, que bueno que estuvieron, que nos acompañaron, que entiendan que es un movimiento pacífico, serio, de lucha por la justicia. Nos llamó la atención que se acercara la policía en esa plaza donde estuvimos. Creo que esas personas estaban ahí no para amenazarnos, sino para ver. Pero es un exceso. Espero que hayan entendido lo que viven estas mujeres”, dijo Rodolfo.
Sin embargo, no es la primera vez que sucede una escena parecida. Las “orejas” del gobierno siempre están al asecho, sólo que en esta ocasión llegaron al límite de abordar el autobús, dijo Yurtizi Hernández de la Rosa, activista de la Alianza por los Derechos de la Mujer.
“Después de la visita que hicimos a Ecatepec realizamos una evaluación, estamos muy asustados. Tres familiares de víctimas no se acercaron por esa situación de acoso, amedrantamiento, a una de ellas a las hora que tenía que ir al lugar, le habla el Ministerio Público y la cita. Una de las señoras que tuvo el valor de acompañarnos estaba golpeada”, dijo Hernández de la Rosa.
Yuritzi se refirió a Cruz Pérez Moreno, madre de Jessica Lucero Olvera Pérez, asesinada el 14 de julio de 2012 en Ecatepec, Estado de México, quien dijo a sin embargo que dejará de buscar justicia porque unos sujetos ingresaron a su domicilio e intentaron secuestrarla después de que acudió a las autoridades para revisar el caso de su hija. La arrastraron por el patio oscuro de su vivienda y lastimaron la columna y cuello. Todo porque un día antes, Cruz Pérez acudió al penal de Chiconautla con dos abogadas para revisar el expediente de su hija de 14 años, quien fue asesinada un mes después de que denunció a su violador.
“Un vecino violó a mi hija y fuimos a denunciar, pero como no teníamos los dos mil pesos que nos pidieron para investigar, mi hija tres semanas después de la denuncia fue amenazada por su violador y una semana después, desapareció y al día siguiente la encontré muerta. La violaron y le aplastaron la cabeza con una piedra”, dijo.
Jessica apareció con la cabeza destrozada en un baldío. Se detuvieron a dos presuntos responsables: hoy sólo uno de ellos está preso y el otro exonerado. El primer violador está prófugo.
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