(07 de septiembre, 2014).- El Istmo de Tehuantepec, región sur de México que abarca los estados de Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz, abriga la mayor concentración de proyectos de parques eólicos de América Latina. Es la tercera franja de tierra más estrecha del continente después de Nicaragua y canal de Panamá -sólo 200 km de tierra liga el océano Pacífico con el Atlántico- donde fue prevista la construcción de 28 parques, de los cuales 15 ya fueron finalizados.
La región es ideal por sus vientos constantes en cualquier época del año. “Ahí confluyen las cordilleras formando una especie de efecto de túnel, la misma estrechez de la parte terrestre, hace que los vientos alcancen una gran fuerza y velocidad”, describe Patricia Mora, profesora-investigadora en ecología costera y ciencias pesqueras, del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional Unidad Oaxaca del Instituto Politécnico Nacional (CIIDIR Oaxaca).
El estudio de impacto ambiental realizado por la URS Corporation México, como un ejemplo, a cargo da empresa Gas Natural Fenosa, para justificar el parque Biíno Hioxo, en el município de Juchitám de Zaragoza, Oaxaca, atestigua que el desarrollo de un parque eólico “en esta zona del estado de Oaxaca es un claro ejemplo del desarrollo sustentable” y que “el proyecto es viable ambientalmente ya que aprovecha recursos renovables y no genera impactos significativos sobre el medio ambiente”.
En el caso de la región afectada por este parque, el estudio considera que no habrá impactos significativo en la fauna; el impacto de mayores consecuencias y al que se le dará la atención necesaria, de acuerdo con la relatoría, es el riesgo de colisión de aves con los aerogeneradores. En relación a flora, el mismo estudio considera la remoción de la vegetación como un impacto también no significativo.
Mientras las relatorías de impacto ambiental avalan la implantación de los parques, las comunidades locales, así como ambientalistas, están alertando sobre el hecho de que la fauna y flora están siendo afectadas. Los casos de la Barra Santa Teresa, en Alvaro Obregón, y Playa San Vicente, Juchitán de Zaragoza, son particularmente especiales. “Ahí esta la frontera de varios ecosistemas íntimamente relacionados, acuático y terrestres, denominados ecotonos. Lo que ocurre en ellos por separado afecta la dinámica de tal manera que está en peligro la existencia misma de todos los ecosistemas en su conjunto”.
La bióloga explica, en una entrevista detallada, lo que los estudios de impacto ambiental pasan por alto, cuales son los reales impactos en la fauna y flora del Istmo, extendiendo sus efectos negativos no solo en México sino también en los ecosistemas de regiones de la América Central.
Incluso, Mora pone en jaque la forma como son formulados estos estudios ambientales. “Generalmente hay ‘convenios’ a puertas cerradas entre las consultoras o centros de investigación y las oficinas de gobierno, previas a los estudios. Se utilizan machotes donde se copia información, a veces mal copiada, donde se dicen mentiras o verdades a medias, se desvía la atención de la realidad del proyecto, pero aparentemente se cumple con los ‘requisitos’ en papel”.
Entrevista completa:
¿Cuáles podrían ser los impactos a gran escala del corredor eólico del Istmo de Tehuantepec en flora y fauna, principalmente en la Barra Santa Teresa, Playa Vicente y la Ventosa?
Los impactos son a dos escalas de tiempo. La primera sería el impacto directo. Al instalar el proyecto tienen que “desmontar”, este es un proceso de eliminación de la vegetación. Eso equivale a la destrucción de plantas, como de organismos sésiles – son aquellos que no tienen un órgano que sirva de pie o soporte- o con desplazamientos lentos como los reptiles, mamíferos, aves, anfibios, insectos, arácnidos, hongos, virus etc.
Generalmente solo percibimos lo macro, es decir, los organismos de mayor tamaño, y nunca se consideran los organismos diminutos e incluso microscópicos. Es ahí el mayor daño, pues muchas veces ni siquiera están identificados y curiosamente estos organismos son realmente los que mantienen los ecosistemas vivos y en equilibrio. En muchos de los ecosistemas mexicanos apenas están descritas algunas especies, esto depende de la disponibilidad de los investigadores, el presupuesto y la accesibilidad de la zona, por lo que no se puede cuantificar el daño real, aun así existen muchas especies endémicas, nativas que se encuentran en algún grado de peligro reconocido en listas nacionales e internacionales.
Después de finalizada la construcción continúa el impacto indirecto, pues se alteraron los ecosistemas, se fragmentaron y por lo tanto existe una mayor probabilidad de su desaparición, debido al cambio de uso del suelo y adicionalmente al cambio climático.
¿Cuál es la importancia del los ecosistemas de esta región?
Son considerados muy frágiles. Por su localización geográfica hablamos de zonas semiáridas donde el ciclo del agua es vital, estos ecosistemas actúan como retentores de humedad y su desaparición cambia drásticamente la capacidad de humedad del suelo. Al desaparecer la vegetación estos se convertirán en desiertos totalmente inhabitados, ya que la radiación solar cambia la dinámica del suelo, no permitiendo nueva vegetación.
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