El encarcelamiento del médico José Manuel Mireles pone en la mira no sólo la ilegalidad que prevalece en Michoacán sino sobre la que están trabajando quienes juraron cumplir y hacer cumplir la Constitución tanto de la República como la de la entidad. Señalar a quien fundara las autodefensas, al hombre que primero felicitaron, al que sentaron a la mesa, con el que pretendieron caminar de la mano aún a sabiendas de la imposición desde el centro que es totalmente violatoria de la autonomía estatal y que deja por los suelos la del Congreso local, como poseedor de arsenales de armas, narcotraficante, lavador de dinero, evasor fiscal y aprehenderlo como mafioso, exhibirlo, recurrir a sus medios de comunicación afines para que lo conviertan en todo un jefe de la delincuencia organizada, ha despertado, por más que lo quieran ocultar, la irritación de los lugareños y la interrogante sobre la conducta de la actual administración federal. Se trata, aseguran, de una venganza de Castillo ante la digna posición del doctor.
Se están llevando a los extremos temas como éste que permanece ligado a la inseguridad que prevalece en todo el territorio nacional. Es de notar que realizan la acción en contra de Mireles justo cuando Enrique Peña Nieto anuncia una gira por Michoacán. ¿Se empeñan en engañar al presidente de la República o es él quien gira este tipo de instrucciones, y no existe un solo miembro de su gabinete que lo ponga en conocimiento de las ilegalidades que se están cometiendo, de las críticas y la irritación que provocan y hasta dónde pueden estas hacerse presentes cuando se ligan a un proceso de derrumbe económico, de hambruna, de rechazo no sólo de los pobladores, de los desempleados, sino también de los empresarios y de no pocas organizaciones sociales y de protección a los derechos humanos nacionales y extranjeros?
La abogada defensora del doctor Mireles dio a conocer la aseveración que se hiciera frente a las autoridades: “sí, me agarraron bien armado, con una pierna de pollo en la mano”. Como se sabe, quien pusiera en marcha un sistema de defensa para los michoacanos, quienes ya estaban hartos de ser secuestrados y extorsionados, de perder a sus familias, de velar hijos y padres y abuelos, fue detenido cuando se encontraba comiendo en una cadena famosa, en el “Pollo Feliz”; Talía Vázquez agregó que lo confesó su defendido: “no solté la pierna de pollo, esa era la única arma que yo traía”. El surgimiento del movimiento de estos grupos de autodefensa es por todos conocido y de ahí lo incomprensible de que lo trasladaran al penal 11 en Hermosillo, Sonora, justo en donde está recluido Rubén Jiménez Enríquez, líder en Aguascalientes del grupo “La Familia Michoacana”, a quienes el médico ha perseguido.
El envío de Alfredo Castillo a tierras michoacanas no ha hecho sino enrarecer aún más el ambiente. Dicen que a Mireles lo han atrapado por rebelde, por no sujetarse a los dictados, a las órdenes de quien dice representar a Enrique Peña Nieto y a todo el gabinete presidencial, de ahí que sostengan que se trata de una cruel venganza del comisionado. La desaparición de poderes y seguir la ruta de la legalidad hubiese sido lo idóneo, pero se decidieron por la imposición, por hacer valer que lo que cuenta en el país son los deseos y los mandatos presidenciales, nos guste o no; sean legales o ilegales, tal y como pretende Emilio Gamboa que se aprueben las leyes secundarias de las reformas faltantes, de las más importantes, de la energética y la de telecomunicaciones.
Si no fuera suficiente con el espectáculo de imposición y de ilegalidad, está el del cinismo. Resulta que Salvador Jara, el nuevo dizque gobernador, señaló a raíz de la detención de Mireles que no existe justificación para que civiles armados operen en la clandestinidad y tal parece que nunca se enteró de que primero hubo desarme y medio se aceptó a cambio de que se registraran todas las armas y éste archivo se mantuviera en la Sedena; sin embargo solo cumplieron con selección y se denunció que a los que estaban armando oficialmente era a los malos. Llegó entonces la oferta de recibir un salario y de nuevo se incurrió en otro garrafal error. No andaban buscando empleo sino protección, así que de nueva cuenta se acercaron quienes tenían necesidad de lo primero pero ninguna preparación para manejo de armas y mucho menos contaban con el coraje, con la experiencia de las agresiones.
Sé parte de la conversación