Desde el priismo más ortodoxo de mitad del Siglo XX hasta el neoliberalismo panista se ha buscado la tan aclamada estabilidad macroeconómica como un asunto indispensable para encumbrar el crecimiento económico del país, y en teoría cimentar el bienestar de la sociedad en general.
Esa búsqueda por tan ansiada estabilidad se alcanzó al menos durante los dos primeros años de Felipe Calderón, pero la realidad es que en el legado de Peña Nieto, el esperado crecimiento económico sigue sin llegar.
Las estadísticas del INEGI son contundentes cuando muestran que en los primeros dos años de Peña Nieto, su mandato ofrece uno de los más mediocres índices en los últimos sexenios en materia de crecimiento. Como sucede habitualmente en el Gobierno Federal, la autocrítica es nula y siempre surgen pretextos que ayudan a sus gobernantes para lavarse las manos en el paupérrimo desempeño de siempre, encontrando excusas externas para justificar su fehaciente mediocridad.
La inflación en el mandato de Peña Nieto es sólo de 5%, sin embargo el PIB en dos años muestra un patético promedio de crecimiento del 0,6% anual. Sumado a ello, los salarios mínimos, (el principal factor redistributivo del ingreso en el país), muestran un claro deterioro en comparación con los dos últimos sexenios donde la inflación creció menos que los salarios, (aunque con pequeñas diferencias).
Con Fox, por ejemplo, la inflación creció al 10%, mientras que los salarios mínimos se estancaron en 13%. Sin embargo, en el actual gobierno de Peña Nieto, los salarios otra vez crecen un 4% por debajo de la inflación.
Para terminar, Peña Nieto encabeza la lista en materia de desempleo, rebasando las nada envidiables cifras que dejaron tanto Fox como Salinas en sus dos primeros años de gobierno.
Sin embargo, y a diferencia de sus antecesores, Peña Nieto ya no tiene pretexto alguno, las contrarreformas fueron aprobadas por el Congreso, obligando al Ejecutivo a proporcionar el ansiado crecimiento económico que tanto anhela la población mexicana.
Fuente: Michoacán 3.0
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