Para el antojo y a veces hasta para calmar el hambre como dice su publicidad, todos hemos comido alguna vez un delicioso Snickers, ¿pero qué comemos en realidad?
Aquí les decimos lo que contiene la barra de 52.7 gramos:
Azúcar:
28 gramos, equivalente a 5½ cucharadas cafeteras de azúcar, lo que cubre un 112% del máximo tolerable diario de azúcar para un adulto, que debe ser una cantidad no mayor a 25 gramos al día (5% del requerimiento energético diario) o alrededor de cinco cucharadas cafeteras.
Para el caso de una niña o niño cubre alrededor del 146% del máximo tolerable diario.
Grasa:
12 gramos, lo que equivale a 2½ cucharadas cafeteras.
De estos 12 gramos, 4 gramos son de grasa saturada (30% del producto) lo que equivalente a casi una cucharada cafetera. Este tipo de grasa es más difícil de digerir y se encuentra especialmente en productos procesados.
Sodio:
125 mg. Esta cantidad cubre 8.3% del sodio total recomendado para un niño o niña (1,500 mg) y 6.2% de la recomendación para un adulto (2,000 mg).
Se pudiera pensar que estos porcentajes son bajos para una porción; sin embargo, se debe considerar el consumo de sodio adicional que se hace durante el día en otros alimentos.
Las altas ingestas de sodio se han asociado a padecimientos como presión arterial elevada o hipertensión.
Ingredientes:
Chocolate con leche 35% (azúcar, manteca de cacao, pasta de cacao, leche descremada en polvo, sólidos de leche, grasa butírica, lecitina de soya, saborizantes artificiales), caramelo 27% (jarabe de maíz, azúcar, leche descremada en polvo, aceite vegetal, sal yodada y saborizantes artificiales), cacahuates/mani 22%, nougat 16% (azúcar, jarabe de maíz, sal yodada y albúmina de huevo).
El primer ingrediente es azúcar, el segundo manteca de cacao y el tercero pasta de cacao.
La palabra azúcar es mencionada tres veces y jarabe de maíz (otro tipo de endulzante) dos veces.
También se indica la presencia de saborizantes artificiales en dos ocasiones sin especificar qué saborizantes son, pero un aspecto positivo es que no contiene colorantes artificiales.
Fuente: El poder del consumidor
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