Metales pesados en el aire y casi el doble del nivel de ozono considerado como aceptable por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es el “cóctel tóxico” que respiran esta semana los habitantes de la Ciudad de México, dice un reportaje realizado por la cadena Univisión.
La urbe se ubica a 2 mil 240 metros sobre el nivel del mar y está situada en un valle rodeado de montañas que encapsulan a los contaminantes, pues evitan su dispersión.
Además, a esto se suma que esta urbe tenga el peor congestionamiento vial del mundo sólo por detrás de Estambul, en Turquía.
“Bajo ninguna circunstancia se ejercite al aire libre y si puede, ni siquiera salga de la casa”, adviertió la doctora en ciencias biológicas Patricia Segura Medina, del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), en entrevista con la televisora estadounidense.
Según Segura, jefa del departamento de hiperreactividad bronquial de INER, la situación es “alarmante”.
La última alerta de la Ciudad de México para el ozono fue en 2002, hace 14 años, mientras que la última advertencia de la contaminación por partículas de aire se produjo en 2005. Esta semana, sin embargo, se suman ambas concentraciones.
La especialista detalló que mientras que la OMS postula en la categoría de menos de 100 el nivel aceptable de ozono, en Ciudad de México la cifra se registra en 182.
También dijo que para que el ozono se genere se requiere de la acción de óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles que resultan de la quema de combustible fósil, fundamentalmente por autos.
“El último reporte que vi estaba en 130. De 50 en adelante es riesgoso para población vulnerable como mujeres embarazadas, adultos mayores y niños y más de 100 es peligroso para todas las personas”, justificó la funcionaria respecto a las partículas en suspensión.
Por otra parte, además de otros contaminantes orgánicos como pueden ser el polen o las toxinas de bacterias, en el aire de esta megapópolis mexicana está circulando mucho polvo, por la erosión y la sequía en el norte del país, así como metales pesados como plomo.
La doctora indica que el daño inmediato que provoca la exposición humana a este “cóctel” atmosférico puede manifestarse en dolor de cabeza, vómitos o náuseas, e irritación en ojos, nariz y oídos.
Esto ocurre, dice la especialista, porque ante las partículas suspendidas las vías respiratorias se bloquean para proteger el cuerpo de la toxina, lo que significa una mala oxigenación del cuerpo.
Eso redunda, en poco tiempo, en malestares de cabeza, mareos y malestar en las mucosas o tejidos expuestos del organismo.
“Cuando se están oxidando los epitelios se siente como si estuviera picando la nariz”, detalló, asegurando también que la contaminación aérea puede empeorar cuadros de alergias o problemas respiratorios.
“La mala oxigenación lo que provoca es la oxidación en tejidos y órganos internos”, dijo. Por ello, la exposición prolongada a estos tóxicos podría tener consecuencias a largo plazo en los millones de transeúntes de esta metrópoli latinoamericana.
Además, según la especialista “esta es la peor época del año porque en marzo, abril y mayo se tiene una alta exposición a radiación ultravioleta. Además hay muy poca lluvia, lo que hace que se perciba más el polvo de la erosión”.
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