Por Manuel Tenedor*
Lo que hace unos meses parecía solo una broma ahora parece ser una realidad. Los triunfos recientes de Donald Trump en el Super Martes lo perfilan para ser el candidato republicano en las elecciones presidenciales del próximo noviembre en Estados Unidos.
La fuerza de Trump reside en primera instancia en la solvencia económica personal para su campaña y en lo atípico de su discurso abiertamente racista. La insolencia en sus palabras han logrado empatía con sectores ultraconservadores y en buena parte de la clase trabajadora de la nación, que culpabilizan a la inmigración de la falta de trabajo y recrudecimiento de los males que aquejan a ese país siempre al borde del colapso.
Así como en Europa y América Latina está resurgiendo la derecha política de corte fascista, en Estados Unidos no es la excepción. Nos parece absurdo que Trump pretende construir un muro en la frontera con México -pagado por nosotros- pero esta idea incluso cuenta con buena aceptación de la población estadounidense. Recientemente Trump aseguró que de negarse México a pagar por el muro, le declararia la guerra y dejaría de hacer negocios con nuestro país sabiendo de su dependencia económica existente con Estados Unidos.
Cabe recordar que ese muro en la frontera no es idea original de Donald Trump sino que es la continuación del proyecto iniciado por George Bush en 2006, que contó con el silencio cómplice de los neoliberales Vicente Fox y Felipe Calderón.
Por otro lado, la inviabilidad del proyecto y la estridencia de Trump, hacen parecer a Hillary Clinton como un mal menor y esconde la verdadera cara de la ex Secretaria de Estado, quien cuenta con el apoyo de Wall Street, Silicon Valley y el complejo militar-industrial,
Aunque el demócrata Bernie Sanders, judío “socialista” y anti-sionista, ofrece el discurso más interesante de todos ya que incluye gratuidad en educación, acceso universal a la salud, más impuestos a los ricos y trasnacionales, hay que considerar que si las cúpulas de poder en EUA tienen la capacidad para boicotear estas iniciativas fuera de sus fronteras, con la mano en la cintura las puede boicotear internamente por lo que las posibilidades de que Sanders sea el candidato demócrata son pocas. En sus evidentes diferencias, tanto Sanders como Trump representan un peligro para el establishment norteamericano que Clinton busca perpetuar.
Rafael Correa, presidente de Ecuador, declaró que un triunfo de Trump sería muy malo para EUA y bueno para Latinoamérica porque despertaría una reacción en la región y resultaría benéfico para la tendencia progresista y confesó su admiración por Hillary. Que contraste.
El gobierno mexicano insiste en no “engancharse” con Trump y se aferra a su postura cobarde y evasiva ante un discurso claramente mexicanófobo con popularidad en ascenso.
Durante una entrevista a modo de El Universal Tv a Enrique Peña Nieto, el priista se limitó a decir que lamenta las expresiones de Trump y que estas lastiman la relación con EUA.
Queda un intenso camino por recorrer para conocer quién va reemplazar al Hipócrita del Siglo en la Casa Blanca y parece que el debate se va centrar en cual de todos es el menos pésimo.
*Twitter: @ManuelTenedor
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