El pasado 29 de febrero, una mujer decapitó en Rusia a la niña que cuidaba, guardó su cabeza, y salió a la calle a exhibirla. Tras asustar a los transeúntes, policías lograron acercarse a ella y detenerla, pues creían que era una terrorista y que portaba algún explosivo.
Una semana después de este hecho, se han hecho públicos algunos fragmentos de su declaración ante las autoridades rusas.
Su nombre es Gyulchekhra Bobokulova, tiene 38 años, y había llegado desde Uzbekistán en busca de trabajo. Dejó, en su país, a su marido y sus tres hijos, a los que mantenía con el dinero que sus protectores rusos le daban cada mes por cuidar a Anastasia, una niña de 4 años que demandaba cuidados permanentes debido a un pequeño retraso madurativo.
Además afirmó que no le importaría si alguien matara a sus propios tres hijos, ya que ellos no leen el Corán. José Cabrera Forneiro, médico psiquiatra forense y criminólogo, comparte su opinión con RT acerca del tema. Según José Cabrera Forneiro, la mujer tiene signos de trastorno psiquiátrico agudo. “Hay que tener en cuenta que una enajenación, es decir, locura temporal, puede dar como primer síntoma un asesinato”, afirma el experto.
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