Algo tan simple como estos dos rastrillos nos muestra grandes diferencias. En primer lugar, uno es rosa y el otro es azul. En segundo, el rosa cuesta 8.10 pesos más, una diferencia de 25 por ciento en el precio.
En cientos de productos las mujeres pagan más que los hombres. Se trata de artículos de uso diario. A veces son idénticos, pero tienen una etiqueta rosa o alguna referencia al género femenino. A este fenómeno se le conoce como pink tax –o impuesto rosa o tasa rosa–.
Se ha identificado sobre todo en productos básicos de higiene personal, estética o nutrición; sin embargo, hay mayor costo en muchos otros ámbitos como la ropa, juguetes y servicios para adultos mayores.
Aunque es conocido así, el impuesto rosa no es tal, es decir, no se trata de un gravamen, sino de un sobreprecio que aplican algunos fabricantes, comercios y empresas de servicios, una suerte de costo por ser mujer.
Muchas mujeres desconocen que las empresas aplican este sobreprecio, aunque en más de alguna ocasión hayan identificado que pagaron más por un producto parecido al de un varón.
Mientras en países como Estados Unidos existen varios estudios sobre esta situación, en México no se pudo encontrar uno como tal. Por ejemplo, la Procuraduría Federal del Consumidor informó que su monitoreo “Quién es quién en los precios” analiza los importes de un producto en diferentes tiendas, independientemente del género al que van dirigidos.
Fuente: ntrguadalajara
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