(02 de octubre, 2014).- Como no hay democracia en México, a los paniaguados de la derecha les parece un error que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, aceptara dialogar, en plena calle Bucareli, con los estudiantes paristas del Instituto Politécnico Nacional (IPN). De inmediato comenzaron a decir que aceptar las peticiones que presentaron los politécnicos en un pliego de diez puntos, es equivalente a dar margen para que sigan pidiendo más cosas.
Es obvio que no entienden lo que significa la correlación de fuerzas, que en este momento no es favorable al Ejecutivo, por lo que el titular de Gobernación se vio forzado a salir de su oficina para enfrentar a los demandantes, con lo que desactivó un conflicto que podía haberse sumado a los graves problemas de ingobernabilidad que enfrenta el régimen. Osorio Chong actuó con tino político: tenía muy claro no permitir que el movimiento del IPN se montara sobre la conmemoración del 2 de octubre de 1968, porque se complicaría aún más la realidad nacional.
Pero ahora está obligado a dar respuesta el viernes, como lo prometió, al pliego petitorio de los estudiantes politécnicos. Es una oportunidad que tiene el gobierno federal para dar un respiro a la sociedad nacional, o acrecentar los males que tanto la agobian desde hace tres décadas, en caso de pretender imponer cambios de fondo que lesionarían gravemente a la principal institución pública de enseñanza tecnológica del país. “Reconocemos formalmente su movimiento, conocemos las causas por las que están aquí presentes, sabemos de sus inconformidades y queremos atenderlas de inmediato”, dijo Osorio Chong a los manifestantes.
La oligarquía no verá con buenos ojos que se acepten las demandas de los estudiantes, sobre todo aquellas dirigidas a debilitar al IPN con el fin de apuntalar instituciones privadas de educación tecnológica, donde se preparen los gerentes que necesitan sus empresas, con perfiles ideológicos afines a sus intereses. Pero aceptar sus presiones sería el peor error del sexenio, porque el gobierno federal quedaría firmemente encadenado a la élite oligárquica, sin posibilidad de ofrecer alguna resistencia a sus presiones.
Es probable que el gobierno federal quiera ganar tiempo para tratar de desgastar al movimiento, ofreciendo soluciones a medias y dejar intocado lo principal de la reforma, dirigida a debilitar el currículum de los egresados para darles una categoría de técnicos, no de ingenieros calificados, para dejar el campo libre a los egresados de escuelas privadas, quienes colaborarían más estrechamente con los profesionistas extranjeros que vendrán con las empresas trasnacionales, para aprovechar mejor las ventajas de la reforma energética.
Actuar de esa forma sí sería un grave error, porque lo único que se conseguiría sería endurecer más las protestas estudiantiles, e imbricarlas en el contexto nacional absolutamente favorable para que la sociedad mayoritaria asuma una responsabilidad ineludible: simplemente sobrevivir. Han sido demasiados los abusos de la oligarquía, para que todavía quieran seguir dando tarascadas al pueblo, como pretenden sin un asomo de consideración. Eliminar de un golpe las posibilidades de un futuro mejor a millones de jóvenes que se esfuerzan por prepararse para servir a la nación, sería la peor canallada del régimen.
Como dice un dicho popular: “No hay mal que dure cien años ni pueblo que lo resista”. Las últimas tres décadas equivalen a un siglo de perversidades contra una sociedad que sigue confiando en las instituciones.
No hay duda que se llegó ya al límite del aguante del pueblo a los abusos de un grupo insaciable. Pretender seguir por esa ruta de depredación y antidemocracia sólo conducirá a una ingobernabilidad extrema, como ya lo estamos viendo. La justa movilización de la comunidad politécnica, es una oportunidad que se le presenta al régimen para actuar con un elemental sentido de responsabilidad social. Lo sensato es que sean aceptadas las demandas de los estudiantes, porque son razonables y se orientan en la dirección que conviene al país.
Sin embargo, es preciso que se comprometa el gobierno federal a fortalecer al IPN, integralmente, como lo demandan las circunstancias en un momento histórico que exige una firme defensa de los intereses nacionales. El régimen está obligado a servir a la sociedad nacional, si no lo hace pronto recibirá el pago correspondiente, porque son ya muchos años de estarse burlando de las clases mayoritarias, con graves consecuencias de todo tipo para el futuro de la nación.
Fuente: Revolución 3.0
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