Por Carlos Álvarez*
En la política hay muchas mujeres participando, eso ya lo sabemos. El problema es que no existe mucha equidad en el acceso a los cargos de elección popular o en los puestos de la alta burocracia.
En pleno siglo XXI la mujer debería tener todo a su favor, pero no lo tiene. Tras años de lucha, hace ya varias décadas que la fémina se libró del encierro que suponía estar metida entre cuatro paredes, y condenada a no poder ejercer otra profesión que no fuera la de esposa devota y sumisa ama de casa.
La mujer es necesaria, pero tampoco puede asumir el rol del hombre. Cada uno con sus características logra un equilibrio en la sociedad. Pero este supuesto equilibrio, no se ve reflejado en el bajo porcentaje de mujeres participando activamente en la política.
A nivel mundial, tan sólo el 25 por ciento de ellas se encuentra ocupando un rol político. De los 194 países oficialmente reconocidos, no existen más de 15 mujeres desempeñándose como monarcas, presidentas o primeras ministras. De estas, la mayoría se concentra en Europa y Sudamérica.
En América Latina podemos notar la participación de mujeres cada vez más a cargo de los distintos países: Michelle Bachelet en Chile; así como Laura Chinchilla en Costa Rica; Cristina Férnandez en Argentina (que ya fue sustituida por Macri), y Dilma Rousseff en Brasil (por cierto, con grandes problemas).
En México, del tiempo de Laureana Wright González (1847-1896), con sus “Violetas del Anáhuac” y la demanda por el derecho al voto femenino, a la organización de algunas mujeres en la actualidad, se ha dado un gran avance, pero aún no llega a ser equitativa la relación entre hombres y mujeres con respecto al acceso de los puestos de toma de decisiones.
Según la catedrática del ITESM, María Ileana García Gossío, desde el surgimiento de México hasta la fecha, sólo han existido 6 gobernadoras. Cuatro por la vía de los votos y dos de manera interina. De ellas, cuatro han sido del PRI y dos del PRD: Griselda Álvarez (Colima); Beatriz Paredes (Tlaxcala); Dulce María Sauri (Yucatán); Rosario Robles (Ciudada de México); Amalía García (Zacatecas); Ivonne Ortega (Yucatán).
En la actualidad sólo gobierna Claudia Pavlovich, en Sonora, luego de que perdieron la priista Ivonne Álvarez, en Nuevo León, la perredista Beatriz Mójica, en Guerrero, la panista Luisa María Calderón, en Michoacán, la panista Sonia Mendoza, en San Luis Potosí, la perredista Martha Zepeda del Toro, en Colima, y las candidatas de Morena, Layda Sansores, por Campeche, y Celia Maya, en Querétaro.
Aunado a esto, no se ha rebasado el 25 por ciento de la presencia de mujeres en los órganos legislativos y existen sólo dos ministras en la Suprema Corte de Justicia: Norma Piña Hernández en la Primera Sala y Margarita Luna Ramos, en la Segunda. Y en la contienda presidencial sólo se visualiza a una contendiente: Margarita Zavala.
En la alta burocracia sólo están la procuradora General de la República, Arely Gómez, la secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu, y Rosario Robles, en la Sedatu. Xóchitl Gálvez, por su parte, es la delegada de Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México, no sin antes haber perdido la gubernatura de su natal estado de Hidalgo en dos ocasiones.
El respeto por la equidad y la presencia política de la mujer en México, es un discurso que se dice de “dientes para afuera”. Y además lo dicen los hombres que gobiernan.
En un país donde el 80 por ciento de la población se dice devota una mujer -de la “Virgen”, madre de Jesús- no parece importar que el ícono de facto de la femineidad no se vea representado en el cargo más importante de política: la Presidencia de la República.
*Twitter: @CarlosAlvarezAC Facebook: GuruPolitico
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