MÉXICO, D.F. (Proceso).- Durante los casi tres meses de su campaña electoral –del 30 de marzo al 27 de junio de 2012–, el candidato priista a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, no se cansó de fustigar a los gobiernos panistas, así fuera elípticamente, por el mediocre comportamiento de la economía del país en los últimos 11 años.
Que era una vergüenza que el crecimiento anual no llegara siquiera a 2% en promedio, decía, y comparaba con otros países de América Latina que habían crecido entre 6% y 9%, como Perú, Brasil, Argentina, Chile y Colombia.
La idea central de sus discursos en materia económica fue que el crecimiento mediocre en los últimos años había impedido generar los empleos que requiere el país, y los que hay, “pocos e insuficientes, son de baja calidad y de baja remuneración”.
Su gran promesa fue hacer que la economía crezca “por lo menos tres veces lo que ha crecido en los últimos 10 años”. Nunca arriesgó ni se comprometió con una cifra, pero eso equivale a un crecimiento de casi 6%.
Pero este lunes 1 de septiembre, 21 meses después de tomar posesión, no podrá decir que está cumpliendo sus promesas.
El crecimiento económico, en lo que va de su sexenio, ha sido más mediocre que el de los gobiernos panistas que tanto denostaba. El desempleo ha alcanzado en algunos periodos, niveles similares y aun mayores a los de algunos meses de 2009, el peor año de la crisis económica internacional. Los empleos que se generan son pocos y mal remunerados.
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