Ciudad de México, 31 de agosto (SinEmbargo/VICE News).– El municipio de Altar, en Sonora, es la última parada para miles de migrantes que pretenden cruzar ilegalmente la frontera entre México y Estados Unidos. Aquí la economía gira alrededor de la migración. En sus calles se pueden encontrar desde pantuflas especiales para no ser detectados por la Patrulla Fronteriza, ropa camuflada para cruzar el desierto, mochilas, guantes y hasta anticonceptivos para las mujeres, pues se estima que el 80 por ciento de ellas será violadas en el trayecto.
Quisimos saber qué tan difícil era para los migrantes este cruce que incluye días enteros de caminata por el desierto, el acoso de los traficantes de personas y la vigilancia de la patrulla fronteriza. Fuimos al Sásabe, la frontera entre Sonora y Arizona, donde se registran temperaturas de hasta 50 grados centígrados en el día y durante la noche el termómetro baja a menos de cero grados.
En ese infierno, los migrantes pueden encontrarse con el sacerdote Prisciliano Peraza, un vaquero que además de oficiar misa, recorre el desierto en su pickup para llevar víveres a quienes buscan cruzar la frontera y evitar así que mueran durante el cruce.
Los migrantes pueden encontrarse con el sacerdote Prisciliano Peraza, un vaquero que además de oficiar misa, recorre el desierto en su pickup para llevar víveres. Foto: VICE News.
Fuente: Sinembargo.mx
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