Por Manuel Tenedor*
El triunfo electoral de Hugo Chávez en Venezuela a finales de 1998, dio inicio a un proceso de cambio político y social no solamente en ese país caribeño sino en varios otros del cono sur del continente americano. En 2003, el sindicalista Lula Da Silva llegó a la presidencia de Brasil y ese mismo año, Néstor Kirchner asumió la de Argentina sumida en plena crisis.
En 2005, Néstor, Hugo y Lula echaron abajo el ALCA, un tratado de libre comercio que Estados Unidos pretendía imponer a nivel continental. Después de décadas con Golpes de Estado, dictaduras, saqueo, privatizaciones y gobiernos títeres de Washington, resurgió la política contestataria y antiimperialista.
Tiempo después, se formó la Unión de Naciones Suramericanas UNASUR, en funciones desde el 2011. La UNASUR es un organismo conformado por 12 países con el objetivo de alcanzar acuerdos regionales en desarrollo social, integración energética y financiera; erradicación de pobreza y analfabetismo, integración industrial, productiva y cooperación económica. También existe una cláusula democrática que impone sanciones a cualquier Estado miembro que quiebre o intente quebrar la democracia en otros. Evidentemente este tipo de organismos no son garantía de resultados como lo podemos constatar con la ONU pero en un mundo tan desigual y últimamente tan balcanizado, buscar acuerdos mediante el diálogo político y no mediante fusiles es un gran avance regional.
No todos los países miembros tienen gobiernos progresistas. Todavía existen países sometidos a los intereses de EUA y la burguesía local. En los últimos meses han triunfado fuerzas políticas conservadoras en Argentina a nivel presidencial con el triunfo del neoliberal Mauricio Macri, en Venezuela en el parlamento con la primera derrota del Chavismo en la Asamblea Nacional y en Bolivia, con la apretada derrota de Evo Morales en un referendo.
Según los medios de comunicación hegemónicos, ya es un hecho la caída de los gobiernos progresistas y aseguran que esto es otra muestra más de que el Socialismo es una idea anticuada y fracasada, lo cual me parece una lectura muy limitada ya que la derrota es parte de la democracia y de la vida misma. Pese a sus deficiencias, estos gobiernos han logrado avances significativos en pobreza y repartición de la riqueza mientras en otros países, fieles lacayos del sistema capitalista, son puras promesas. Los gobiernos más radicales de la región, con sus respectivos aciertos y errores a cuestas, siguen siendo mejor opción que la oposición y mantienen un fuerte apoyo en las bases populares, las cuales difícilmente van a renunciar a sus derechos sociales ya adquiridos.
Estos gobiernos son permanentemente atacados con campañas mediáticas atiborradas de mala entraña y sensacionalismos para vender titulares en la prensa extranjera. Omiten logros y resaltan pifias e insertan prejuicios en la opinión pública aprovechándose de la ignorancia default del público. Mediante información sesgada confunden y establecen una “verdad” a base de manipulación para justificar prácticas intervencionistas y desmoralizar al Pueblo en pie de lucha.
A tres años de la muerte de ese gigante de Sabaneta es claro que la lucha por otro sistema es de carácter permanente y requiere de una autocrítica interna constante de quienes creen que otro mundo es posible. El reto sigue siendo el mismo, no claudicar y no sacrificar a las personas por el capital, como lo dicta el manual del Fondo Monetario Internacional.
Y mientras andan buscando ogros al Sur del continente, en el país del norte hay uno de verdad que va tras la Casa Blanca.
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