Por: Fernando Ortiz C.*
El caso de Gulchejra Bobokulova vuelve a poner en el ojo del huracán el eterno debate entre el fanatismo, la intransigencia, intolerancia y el terror en el mundo o la esquizofrenia y propias desviaciones de una persona que la llevan a cometer actos tan atroces como lo sucedido en Moscú.
Ahora le tocó a la capital rusa vivir un caso complejo, rodeado de estereotipos y prejuicios, jerarquizando la procedencia religiosa de la perpetradora del crimen sobre otros tipos de factores.
Tenemos que tener en cuenta tres elementos importantes de la infanticida de Moscú. El primero de ellos, su religión, una mujer islámica que gritaba Allahu Akbar (Dios es grande). El segundo de ellos su nacionalidad, procedente de un país de Asia Central llamado Uzbekistán. Y por último los trastornos psicológicos propios de la persona, la cual según se dice padece esquizofrenia y que al mismo tiempo se encontraba bajo los influjos de algunas drogas en el momento de llevar a cabo el asesinato de la niña y posteriormente provocar un incendio en la casa de la víctima.
Ya con estos tres elementos podemos partir de la situación específica de estos lamentables hechos. Por qué se le da prioridad a su religión más allá de los trastornos personales de los que sufre. Parece que la noticia da más importancia a su condición de musulmana que a su condición mental, la cual es la razón primordial por la que llevó a cabo el asesinato. Al ser detenida, la mujer dijo escuchar voces que la incitaron a matar a la niña en venganza por el despecho de enterarse que su marido le había sido infiel. Esto qué tiene que ver con el islam o la generalización de decir que por ser islámica la consecuencia es asesinar a una niña.
Tenemos que separar los actos personales y las propias desviaciones de cada individuo que se dice pertenecer a una religión y saber si el hecho representa una acción comandada por la devoción a una doctrina o solo es un acto propio incitado por la convicción personal sin tener que vincularla a la religión como tal.
En el Hadiz (narraciones donde se recogen las palabras del profeta Mahoma) trasmitido a Abu Dawud está explícitamente señalado: “No matad a ningún anciano, niño o mujer” esto referido a los combatientes y no combatientes dentro de una lucha contra el enemigo.
Con lo anterior entramos en un campo sumamente complicado entre la interpretación, mandatos y devoción de una persona, y que al mismo tiempo el individuo sea un referente dentro de la propia religión que profesa. No por gritar Allahu Akbar, o decir que las voces que escuchaba la hicieron cometer un asesinato tienen que dar por consecuencia que la causa es la religión, pues los trastornos psicológicos como en este caso se presentan son el producto de la agresión a un inocente, lo cual dentro del islam está señalado que no debe realizarse.
Entonces la distorsión no solo de la hermenéutica coránica, sino de lo tendencioso de los medios de comunicación en incitar que el terrible asesinato de una niña es producto de la condición islámica de Gulchejra nos lleva a replantear qué es noticia y qué es cotidianidad; para ejemplos tenemos los ocurridos en estos días en los Estados Unidos, dos casos que fueron noticia por unos cuantos minutos y posteriormente se perdieron en la inmensidad de la información, sin causar mayor impacto.
El primer caso ocurrió en Kalamazoo en el estado de Michigan un chofer de Uber de nombre Jason Brian Dalton, asesinó a tiros a seis personas incluyendo a un niño de ocho años. Por qué en este caso no se le atribuye a sus creencias religiosas, a su nacionalidad o a la empresa a la que trabaja las acciones cometidas. Solo es considerado “un hecho aislado”.
El segundo caso el de Cedric Larry Ford, quien asesinó a tiros a varias personas y se dice, según las investigaciones, que la causa pudo ser una orden de restricción, “otro caso aislado”.
Podemos recordar el caso sucedido en 2012 en nuestro país, donde un niño perdió la vista a manos de su madre por no cerrar los ojos en la oración, pues según la versión de la madre y algunos de sus familiares iba a venir Dios y se acabaría el mundo. Después de algunas indagatorias se confirmó que profesaban el cristianismo. Entonces el cristianismo promueve sacar los ojos a los niños en caso de que estos no cumplan con los preceptos de la oración. Esa es la interpretación de las personas a lo cual no se puede imputarse el delito cometido a mandamientos o leyes de la religión, la responsabilidad de estos actos deben ser asumidos por la persona y su pésima formulación de creencias o trastornos mentales que los llevan a cometer estos actos.
El entorno se vuelve extremadamente complejo entre la situación de ser devoto en una creencia o cruzar la frontera hacia el fanatismo y entonces ejecutar cualquier acto, tratando de vincular a la doctrina religiosa como la causante de tales atrocidades.
Locos y desquiciados existen en todas las religiones y fuera de ellas, los complejos personales, la ira y el odio pueden ser intensificados por distorsiones e ignorancia, pero de ahí a atribuir que solo por motivos religiosos se cometen esos actos caeríamos en una generalización aventurada, pues tenemos ejemplos donde las personas que siguen una u otra religión no actúan de esta manera.
El caso abre el debate en el tema migratorio, religioso y de la paranoia constante, pues estos tres factores son catalizadores para crear un caldo de cultivo para fanatizarse o radicalizarse.
En el tema migratorio se puede hablar del odio al trato recibido en el país al que se ha migrado, o que las condiciones y el desprecio de la sociedad sean la punta de la lanza para cometer una masacre.
En el tema religioso la devoción a cumplir preceptos impuestos o el miedo a no cumplir la voluntad de alguna divinidad o el desencanto de fracasar en el objetivo de convertir “al infiel” puede ser el detonante de asesinatos, luchas, y amenazas entre un grupo u otro.
En el tema de la paranoia, y en mi punto de vista el más peligroso, la psicosis del día a día, la depresión, los trastornos mentales y psicológicos que cualquier persona puede llegar a tener, pueden ser el motivo para desatar matanzas como las ocurridas en Estados Unidos o en concreto el caso ocurrido en Moscú, por poner dos ejemplos, donde la combinación de perturbación mental y acceso a un arma es suficiente para realizar un asesinato sin mayor justificación que el simple gusto o acto de matar.
* Académico.
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