Para el periodista Enrique Galván Ochoa, la situación no es tan simple como decir que llegó a la dirección de Pemex un concuño de Salinas de Gortari, que tienen cierto parecido físico y que el plan de rescate que presentó ayer parece salido del despacho de Pedro Aspe. Es un tema más profundo.
Se trata del Fobaproa petrolero. El rescate bancario está costando al país 120 mil millones de dólares, se ha abonado a lo largo de los últimos 20 años y no se ha terminado de pagar, y en parte es responsable del atorón de la economía.
Habrá que pagar –o negociar–, sólo por concepto de deudas, 178 mil millones de dólares (87 mil es bancaria y 91 mil es con los trabajadores). Y no termina en eso el problema, porque el petróleo está agotándose, no se han descubierto nuevos yacimientos.
Será necesario también producir sólo crudo que cueste menos de 25 dólares el barril para obtener alguna ganancia. Todo apunta a que ambos Fobaproas tengan un destino igual: uno entregó a la otrora pujante banca nacional a la internacional. Y el Fobaproa petrolero apunta a entregar a Pemex a compañías privadas nacionales y extranjeras.
Un Fobaproa que no se ha terminado de pagar se encima a otro. Así que lo de menos es si el nuevo director es concuño de Salinas de Gortari, si se vio nervioso e inseguro en la conferencia de prensa y si algún tema lo pasó a que lo contestara el director financiero, Juan Pablo Newman, o si el esquema de rescate fue horneado en el despacho de Pedro Aspe. Lo trascendente es que tenemos pobreza segura por muchos, muchos años…
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