Este día, los mexicanos Alejandro Gonzáles Iñárritu, Emmanuel ‘El Chivo’ Lubezki y Martín Hernández podrían recibir una estatuilla en los premios Oscar por su trabajo en ‘The Revenant’.
Alejandro González Iñárritu, Emmanuel Lubezki, Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón “encabezan una generación que marcó un antes y un después en la cinematografía mexicana”, dijo a The Associated Press José Antonio Valdés, subdirector de información y proyectos especiales de la Cineteca Nacional.
“Ellos vienen de una generación que tiene una mentalidad distinta, donde la idea del cineasta global ya era una realidad y creo que lo estamos viendo ahora. El cineasta mexicano ya no piensa en mexicano, piensa en global”, agregó.
Quizá esto sea un motivo por el que tuvieron que salir de nuestro país y buscar nuevos horizontes, aunque también hay que agregar la falta de infraestructura para hacer películas de gran envergadura en México, donde el cine nacional no cuenta con grandes ganancias.
Tan sólo en 2015, de las 15 películas mexicanas estrenadas en el circuito comercial, sólo una tenía números buenos, ‘A la Mala’, una comedia romántica que alcanzó una taquilla de 126 millones 608,242 pesos y vendió 2 millones 801,115 boletos. Las otras 14 no rebasaron la barrera de los 40 millones de pesos y mucho menos llegaron al millón de espectadores.
No es que en México no se pueda hacer cine, aclaran especialistas consultados por BBC Mundo. Pero las condiciones para lograrlo son complejas.
Los cineastas mexicanos, como ocurre en otros países de América Latina, enfrentan dos problemas para desarrollarse: la escasez de recursos para financiar sus películas y el poco respaldo del público para sus obras.
En México la mayoría de las películas que se exhiben son realizadas en Hollywood o tienen elementos muy similares a las producciones estadunidenses.
El cine independiente o de arte no puede competir en ese espacio. Los cineastas mexicanos se encuentran en la disyuntiva de arriesgarse a que su obra sea vista por muy pocos o adaptar sus producciones al estilo hollywoodense.
Además, no sólo los directores de cine emigran de México, también lo hacen técnicos y fotógrafos reconocidos que no encuentran un campo fértil para desarrollar su talento.
Regresando a los cuatro cineastas, su éxito temprano los impulsó a irse a Hollywood, donde Lubezki fue el primero en hacer parte de una gran producción cuando hizo la fotografía de ‘Reality Bites’, dirigida por Ben Stiller y protagonizada por Ethan Hawke y Winona Ryder, en 1994.
Cuarón siguió en 1995 con ‘La princesita’, igualmente con fotografía de Lubezki, mientras que Del Toro estrenó ‘Mimic’ en 1997 y González Iñárritu ’21 Gramos’ en 2003.
Pese a esto, los cuatro cineastas fueron profetas en su tierra y, a diferencia de otros directores y productores en la región, su talento fue reconocido desde el inicio de sus carreras.
Por otro lado, González Iñárritu explico la razón por la que abandonó su país para mudarse a Los Ángeles.
“Tenía ganas de explorar creativamente otros territorios. (…) Por otro lado fue una época muy violenta en México. Era una época en que muchos de mis compañeros sufrieron muchas cosas muy desagradables. A mi padre, que aún vivía en ese entonces, lo tomaron y tuvo que pasar ocho horas en una cajuela, lo trataban muy mal. Había una violencia muy fuerte”, dijo el cineasta.
Fuente: La Jornada, Sipse, El Economista y BBC
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