El tiempo es oro y a veces vivimos con tanta prisa que no nos damos cuenta de las acciones que realizamos y cuánto tardamos en hacerlas.
Tan solo en tareas breves e indispensables, en las que consumimos sólo unos pocos minutos pero repetimos a diario, se nos va al final una gran cantidad de tiempo: a cepillarnos los dientes, por ejemplo, dedicamos ¡un trimestre de nuestra existencia!
O qué tal orinar, pues en eso gastamos hasta 106 jornadas, pero sabemos que es necesario; sin embargo, hay actividades que no nos gustan y debemos de hacer, invirtiendo gran cantidad de tiempo en ello.
Por ejemplo, al esperar turno en la fila del mercado o del autobús destinamos casi 2 años. Mientras que en rellenar formularios, se sacrifican 305 soporíferas jornadas.
Además, se nos van casi 10 años en trabajar, lo que supone aproximadamente una séptima parte de nuestra vida consagrada a la jornada laboral.
Fuente: Microsiervos
También te puede interesar:
Sé parte de la conversación