Tal vez algún día podamos diferenciar con pronta exactitud cuándo se informa con la verdad y en qué momento se pone a la vista, se fabrica, una cortina de humo que, cada vez con mayor rigor, busca la explotación de la sensibilidad de la población. Al finalizar el mundial y todo lo que en él se invirtió para tener a los ciudadanos entretenidos, páginas y tiempos en los medios dedicados a la difusión de lo que acontecía en Brasil mientras se le ponía punto final a las reformas y leyes secundarias en telecomunicaciones y energéticas, se dieron a la tarea de buscar la manera de mantener desviada la atención. La medición que sirvió para encontrar el tema a explotar dio el punto de arranque al ser eliminada la selección mexicana.
Buscaron despertar la sensiblería y dieron con una bola de dos bandas. Por un lado la distracción necesaria y por la otra virar los reflectores que apuntaban a todos los desaciertos y mentiras en Michoacán hacia terceros personajes. Así es como crece y crece el asunto de Rosa Verduzco, de “Mamá Rosa” y, nada ni nadie mejor para que se centre la atención que hacer aparecer a dos personajes que manejan exitosamente lo mediático: Fox y Martita, mismos siempre dispuestos a aparecer para generar polémica y evitar que las críticas se centren en quien ocupa la silla presidencial. Las charlas ciudadanas giran en torno a lo que sucede en esa entidad en la que concentran todos los males del país para evitar que se tenga la vista de un todo que se encuentra en igualdad de circunstancias porque con un nombre o con otro, las mafias son nacionales.
Son muchas las versiones. Hay quien ataca y quien defiende, el objetivo va lográndose, pero hasta ahora el gobierno no interviene como debería. No se trata solamente de señalar a los que considera malos, si es que esto fuera cierto, sino de tomar las riendas en la conducción, en la educación, en la alimentación, de los niños que dice está rescatando. No sólo en Michoacán, en muchas otras entidades existen albergues cuyas características son similares e incluso son operados, dirigidos por mujeres que portan hábitos que lucen ofensivamente impecables frente a los niños piojosos, sucios del rostro, descalzos, que sorben los mocos, que comen en platos de plástico y que se los empinan para ingerir los caldos porque no tienen cucharas, que juegan en patios de tierra, que lucen costras en la piel. A ellos los muestran a los “donadores” a los que hacen visitas y aportaciones.
Están las zonas debajo de las ciudades como la capital de la República que también han sido refugio no solo de niños sino de familias completas. En cada esquina, con semáforos o sin ellos, deambulando por los parques, vemos a los menores que lo mismo hacen malabarismo que venden chicles, que piden limosna y, el gobierno, tan campante. No hay autoridad que se ocupe de ellos y “sorpresivamente” descubren un centro en donde viven y conviven, se “alarman”, detienen a quienes están al frente y no ofrecen ningún refugio diferente, alterno, responsable. Actúan al ahí se va y por si hubiese que añadir otro elemento, con ese nuevo abandono infantil crean su cortina de humo.
Lo único que parece real en este caso, en el de la famosa desde hace tiempo “Mamá Rosa”, es el reclamo hecho por mujeres zamoranas por su detención. Ellas mismas detectaron el teatro armado al reclamarles a quienes hicieron denuncias que hubiesen abandonado a sus hijos y los llevaran a ese centro. Ahí están jóvenes egresados de ese lugar que se muestran agradecidos y dicen que todo lo que está pasando es una gran injusticia. Promueven playeras blancas con la leyenda estampada “Yo también soy hijo de Mamá Rosa”. Fox y Martita se solidarizaron con Rosa Verduzco pero con afanes de llamar la atención, de servirle al Estado, de incrementar el interés por seguir el caso. La Sahagún habla de aciertos y desaciertos, de conocer a la detenida desde hace muchos años por lo que considera que la distorsión de la realidad es absolutamente brutal.
Tema de orfandad
Para el común denominador lo que prevalece es la duda porque quien la acusa no tiene, para los ciudadanos, calidad moral y carece de veracidad; pero personajes que la defienden como la ex pareja presidencial están en la misma situación. Sólo las pruebas pueden dar al traste con esta cortina que ha borrado al comisionado Alfredo Castillo, sus desaciertos, su autoritarismo de la atención crítica cotidiana, con la pasividad de un Congreso auto congelado y de un gobernador impuesto para realizar el gran papel de figura decorativa, y le permite a la otra Familia, a la Michoacana, reestructurarse para poder seguir sin tropiezos su actividad.
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