(27 de agosto, 2014).- Además de dueños de Cananea, Germán Larrea y sus herederos con su Grupo México, son dueños de casi todas las minas de cobre. Tienen una de ellas en el Norte de Sonora: “Buenavista del Cobre”, muy cerca del río Bacamuchi del que se surten siete municipios. Y donde vertieron más de 80 mil metros cúbicos de sulfato de cobre y plomo, para deshacerse de ellos. El río desemboca en la presa Abelardo L. Rodríguez, que surte a la capital sonorense. No se descarta que envenenar la corriente acuífera sea para justificar que el desgobernador siga robándose el agua del Sur sonorense, privando del líquido a los yaquis y residentes del municipio de Cajeme con su cabecera Ciudad Obregón. Lo cierto es que Larrea-Grupo México tiraron esos químicos con la finalidad de privar de la vida a los mexicanos de Banámichi, Ures, Baviácora, Aconchi, San Felipe y Arispe, como gran parte de una zona rural de Hermosillo. Sus habitantes, ganado y siembras están sufriendo las consecuencias de ese atentado genocida.
II.- Y es que también fueron envenenados 709 pozos, mientras éstos, multimillonarios gracias al saqueo del cobre, apenas si llevaron agua embotellada para una población de los 7 municipios que se quedaron sin ese líquido durante varios días. El río Sonora también fue afectado. Aunque la Profepa, dependiente de la Semarnat debió exigir indemnizaciones por esta tragedia, con una multa simbólica se ha lavado les manos para dejar en la impunidad a los Larrea, pues son intocables aunque dañan el medio ambiente. El mal cuidado de las represas que tenían esos químicos, permitió su derrame y contaminó los ríos cuyas aguas utilizaron los habitantes, ya que no fueron avisados con anticipación. Las siembras fueron irreversiblemente perjudicadas. Sus pobladores y el ganado bebieron esa agua. Y por esto es que ese sospechoso derrame es a todas luces un genocidio; que además puede tener toda la intensión de apoyar el robo del agua a los yaquis, para llevársela a Hermosillo.
III.- Para ahorrar en insumos, los concesionarios de todas las minas del país descuidan las medidas de seguridad y nada les importan los riesgos; lo que ocasiona que los trabajadores queden sepultados. Ahora el aparente titular de la Secretaría del Trabajo: Navarrete Prida, se la pasa mintiendo sobre la creación de empleos, pero calla los que son echados a la calle y los 70 millones en la informalidad (vendiendo, prostituyéndose, robando, asesinando; niños mendigando para llevarse un tamal al estómago, etc.), y se ha vuelto socio-cómplice de los Larrea, quienes nunca dan la cara para que no les tomen fotos y menos para atender las demandas laborales que resuelven sus despachos de abogados. Los Larrea han envenenado agua de los ríos en Sonora y ya anunciaron que van por contratos del Pemex privatizado. Sin importarles matar pobladores, dañar la ganadería y la agricultura. Son los genocidas que sólo regalaron agua embotellada, en lugar de pagar indemnizaciones por todos los daños causados por su negligencia. Los trabajadores de las minas dicen que les exigen ahorrar y como se ve, a costa de crear catástrofes ambientales.
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