(26 de julio, 2014).- No hay explicación para las canalladas que el grupo en el poder lleva a cabo contra las clases mayoritarias. No, porque más temprano que tarde se les habrán de revertir, como bumerang, porque no sólo es criminal apuntalar un sistema económico empobrecedor, sino un absurdo incendiar una pradera en la que la casa del pirómano está en el centro. Del macro siniestro que está provocando la camarilla al servicio de la oligarquía, no se salvará nadie una vez que comience a tomar fuerza. Con todo, aún existen condiciones para que menos de cien familias beneficiarias de la “modernización” neoliberal, sigan acumulando altas tasas de ganancias. Sin embargo, los costos políticos y sociales cada vez son más terribles.
Como si no fuera una carga insoportable para los asalariados el Fobaproa y diversos rescates onerosos, en lo sucesivo se habrá de sumar el de los pasivos laborales de Pemex. Así como los banqueros extranjeros que controlan la banca “mexicana”, exigieron que se les entregara saneada, así también es el caso con las compañías trasnacionales que habrán de explotar los hidrocarburos. Las nuevas generaciones de connacionales llegarán al mundo con una deuda impagable que los atará a un futuro de pobreza y zozobra sin fin. Dichos pasivos suman un billón 347 mil millones de pesos, equivalentes a 6.95 del Producto Interno Bruto (PIB). Así, México está condenado no sólo a un brutal estancamiento económico, sino a un empobrecimiento acelerado que aniquilará el mercado interno
Pero el lema del PRI de regreso en Los Pinos es “Moviendo a México”. En efecto, lo está moviendo, pero igual que los sacudimientos de un terremoto de diez grados Richter. Con el agravante de que su duración no es de unos cuantos minutos, sino mientras el pueblo aguante. Por lo pronto, seguimos caminando en reversa en cuanto a pronósticos de crecimiento. El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de reducir a 2.4 por ciento la tasa para este año, incluso menor a la que había anunciado la Secretaría de Hacienda hace unas semanas: 2.7 por ciento; a pesar de la promesa de campaña de Enrique Peña Nieto de que sería no menor de 5 por ciento.
Será por tal descalabro que ya no aparece en público el titular de la SHCP, Luis Videgaray Caso. Como quiera que sea, es inobjetable que el regreso del PRI a Los Pinos está apuntalando la caída en picada que se inició hace treinta y dos años. Parece ser que el plan es que en este sexenio se cumpla la meta de entregar el país en calidad de colonia de los súper poderes trasnacionales ligados a la explotación de hidrocarburos y de los principales recursos energéticos con que cuenta México. No importan las consecuencias, como es más que obvio, por eso la tecnocracia ultra reaccionaria en el Congreso está haciendo el trabajo sucio sin miramiento alguno, con pleno cinismo y desvergüenza.
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