Por Karla Lara
Marco Antonio Sánchez Flores ya apareció vivo, golpeado, maltratado, maltrecho. Fue entregado a sus padres por la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, apenas el lunes 29 de enero, en esas condiciones lo han trasladado al hospital psiquiátrico Juan N. Navarro.
Mientras tanto, el Procurador General de Justicia de la CDMX, Edmundo Garrido, afirma en entrevista que de conformidad con las indagatorias no hay elementos para considerar que el joven haya sido secuestrado, a pesar de haber sido visto por última vez siendo golpeado por policías, de lo cual hay testimonio y fotos que por cierto pusieron a hervir las redes sociales.
Lamentable es no solo el hecho en sí mismo: un estudiante de 17 años, un muchacho de tantos, que físicamente no tiene rasgos distintos a los de cualquier mexicano, y que un día cualquiera, de pronto unos policías, que han olvidado que son servidores públicos, lo ven sospechoso y sin motivo alguno lo amedrentan hasta asustarlo.
Marco Antonio va acompañado, él y su amigo niegan estar haciendo algo indebido, la consecuencia es ser golpeado a mano de los policías y levantado sin más en su patrulla. El amigo avisa en su casa y comienza la búsqueda en estaciones de policía, se busca la denuncia, se trata de un menor, aplica la alerta Amber… no aparece, no hay rastro ni registros de su ingreso a ningún recinto de justicia. No hay respuestas.
Las redes sociales empiezan a hacer lo propio y dando razón de la desaparición de Marco Antonio, vuelven a “irritar” a los gobernantes de nuestra Ciudad, a las personas a cargo. Sí, ya sabemos que “lo bueno no se cuenta y cuenta mucho”, pero lo malo cuenta más y no basta contarlo, es momento de que se acabe. Ya basta.
Este caso ha levantado muchas preguntas. Parece imposible, pero regresó vivo, eso debería de ser suficiente ¿o no?, ¡Claro que no!, no solo por tratarse de un menor, de un estudiante, pero además de un mexicano a quien le fueron violentadas sus garantías individuales y sus derechos humanos, no es suficiente que aparezca vivo y que encima sea víctima de críticas por haber aparecido en un estado “deplorable”, porque “quién sabe que estaba haciendo”.
El mundo está al revés, eso no es una novedad, la víctima es la cuestionada, es a quién se le hacen las preguntas, quien va a dar en este caso al psiquiátrico (no importa si minutos o días), y quién le devuelve a los padres la paz que no van a recuperar jamás, quién nos devuelve a los demás la confianza de transitar por una calle y no sentir miedo al ver a algún uniformado que probablemente no sepa que su deber es proteger a las personas, en lugar de ponerlas en peligro.
Marco Antonio levantó ámpula en tantas personas. En mí, por ejemplo, yo tengo un hermano que fue ejecutado, la investigación se cerró a los 3 meses sin resultado alguno, un hombre de 33 años que se fue vivo y que no regresó, no hay respuestas, no las hubo, no las habrá. A Marco Antonio se lo llevaron vivo, como a otros 43 y a miles más, y nuestro primer mandatario se irrita por lo negativas que son las redes sociales al criticar al gobierno y su gestión.
Es importante que se sepa que estas situaciones no son irritantes, en realidad son de generar locura y pánico entre las familias, entre los estudiantes, en la sociedad civil. Nos nos irrita leer que un chico más ha desaparecido y no, no nos hace feliz saber que simplemente haya aparecido. Nos enfurece, nos indigna, nos avergüenza, nos da miedo.
Quizá leeremos o no su declaración, quizá sea que se haya ido con la novia o con los amigos, o quizá sea que haya sido amenazado hasta los huesos para que declare eso, esa parte ya no va a conducir a la verdad, porque el común denominador es que no existe el estado de derecho y los derechos no son respetados, sin importar lugar geográfico, horario, edad, o circunstancia.
Cualquiera de nosotros ha sido o puede ser Marco Antonio en nuestro país, una foto del momento de la injusticia quizá pueda devolvernos a nuestro hogar, después de quien sabe que experiencia, es claro que cada vez más los justicieros urbanos están alertas, denunciando y guardando evidencias que le pueden salvar la vida a alguien más, pero y ¿si nadie ve, si nadie sabe, si nadie se atreve? bueno, es que ni la policía es 100% confiable.
Y así tenemos otra noticia que ha generado irritabilidad el fin de semana y la noticia del regreso de Marco Antonio con vida este lunes ya no merece escándalo, vamos que hay mucho pasando, que son tiempos electorales y hay que escuchar hasta el hartazgo las protestas sin sentido de las campañas de los contendientes. ¿Qué importancia tiene si desaparece un menor que puede ser sospechoso de quien sabe qué cosa si nos fijamos en su “pinta”?, ya mejor hay que poner atención a la contienda electoral, a los gobernantes de nuestro país cuya mayoría no es sospechosa de “algo”, sino claramente culpable de alguna ilegalidad, pero a ellos, a ellos si les asiste la justicia, y si no es la justicia es la suerte de éstar en el poder y de manipular las leyes y sus efectos.
Así las cosas en este país surrealista.Ya no se irriten, hay que contar que lo bueno cuenta y cuenta mucho.
@KarlaDoula
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